El tercer número de 2022 de la revista Calidad, que edita la Asociación Española para la Calidad, es casi un monográfico muy completo dedicado a la ciberseguridad que incluye una colaboración de dos artículos de nuestro compañero Antonio Moreno, miembro de la Junta Directiva de la AEIT y presidente del Comité de Metrología del Instituto de Ingeniería de España (IIE), junto con Álvaro Santamaría, jefe de Calidad de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre.
El primero de los artículos, titulado “La digitalización: un enfoque puramente técnico”, comienza con una introducción clave para entender el panorama presente: “El mundo se nos presenta como el resultado de agregados de muchas pequeñas cosas (átomos, moléculas, radiaciones…). Y el comportamiento de los agregados es radicalmente distinto al de sus componentes en estado individualizado. El comportamiento de los agregados es lo que se llama “mundo analógico”. El comportamiento de los componentes en el estado individualizado se desenvuelve en el mundo cuántico”.
De esta forma, los autores abordan la complejidad de las señales analógicas, ya que se corrompen al transmitirse. La digitalización, afirman, viene a resolver este tipo de problemas, ciertamente a un precio, pero que resulta asumible tanto monetaria como técnicamente. Y continúan: “Hay que adaptar la señal binaria al medio de transmisión (aire, fibra…), de tal modo que se magnifique la velocidad de transferencia de datos”.
Tal y como resuelve Antonio Moreno y Álvaro Santamaría, “la digitalización, en este contexto de la Ingeniería, no es ni más ni menos que un procedimiento o estrategia para maximizar la capacidad de transmisión de los medios respetando (no distorsionando ni deformando) la información original”. Por último, Moreno y Santamaría ofrecen una posible definición para el concepto de digitalización: “una herramienta utilizada para tratar los datos y que nos permite una transmisión y gestión más rápida de los mismos en cualquier proceso, asegurando la fidelidad e integridad absoluta del mensaje recuperado”.
El segundo de los artículos publicados, una segunda parte del primero, sigue ahondando en la digitalización desde un enfoque técnico. En este caso, fue el doctor Ingeniero Federico Grasso Toro, miembro del Instituto Nacional de Metrología de Suiza, quien aportó otro aspecto a la definición postulada con anterioridad. Así pues, añadió que “la palabra digitalización también se emplea para referirse a todas las transformaciones o aplicaciones que hacen uso de la imagen digital de la versión real”, según recoge el texto.
Dada la polisemia de dicho concepto, algo que no ocurre en la lengua anglosajona al utilizar “digitization” o “digitalization”, dependiendo el caso, Moreno y Santamaría se preguntan “si vale la pena instar a la Real Academia a que defina dos palabras distintas referidas a los dos conceptos”. Otra posibilidad es que “digitalización” quede únicamente para referirse a la transformación de la información del mundo físico al de la versión digital.
“La otra acepción (la de usar la digitalización como herramienta para optimizar procesos) será tan obvia en el futuro, que tal vez nadie tendrá interés ya en referirse a ella y encontrar una palabra que lo defina, de la misma manera que hoy nadie se preocupa por el proceso de martillar, o el concepto de Alta Fidelidad, que han pasado a la historia”, concluyen.