Men-it, el programa de mentorización del COIT, organizó una jornada abierta en la que participaron varias profesionales del sector y emprendedoras abordando aspectos como los retos que superaron al principio de su andadura, la idea de negocio, su financiación y la necesidad de crear redes.
Fernando Yustas, Ingeniero de Redes en Iberdrola-Smart Grids e integrante del GT Jóvenes del COIT, introdujo la jornada. Su intervención se centró en las acciones y objetivos de ment-It, el servicio de mentorización que el GT Jóvenes del Colegio ha puesto en marcha con exitosos resultados. Su compañera del GT Mujer IT del COIT, Mercedes Barrachina, a su vez senior manager en IBM, agregó que “el papel de la mujer emprendedora en España está muy bien representado, pues en torno a un 40% de los emprendedores son mujeres” (fuente: avanzaprevisión.com). Pese a ello, no sucede así en todos los países, siendo la media en Europa del 30%.
Los inicios
Marta Molina, Ingeniera de Telecomunicación y emprendedora, aportó su perspectiva al debate desde su experiencia personal: “Yo siempre he tenido las ganas de emprender, así que hace unos años me cogí una excedencia en la empresa que estaba y di el salto”. Así logró poner en marcha un marketplace de servicios y productos enfocados a mujeres lesbianas y bisexuales. “No hay nada más adictivo que un sueldo. Me daba mucho miedo el dejar de cobrar, pero me tranquilicé cuando hice mi plan de finanzas”, esgrimió.
Isabel Hernández, ligada a una familia de emprendedores, Ingeniera de Telecomunicación y CEO en shaadow.io, además de emprendedora e inversora, trabajó para multinacionales tecnológicas durante más de 15 años. “Yo tuve que empezar un proyecto desde cero, aunque ya nace de una empresa grande como Telefónica”. En este sentido, se refirió también a su bagaje laboral, añadiendo que “la formación no finaliza nunca”, pues ahora aborda aspectos como software, tecnología, trabajo técnico y de gestión.
El negocio
La idea de negocio fue otro de los puntos que se trataron en esta jornada. En este punto, Marta Molina aconsejó no dedicarle demasiado tiempo: “Ahora me doy cuenta de que hubiera merecido más la pena no haber analizado tanto, sino haber elaborado un producto mínimo viable para poder aprender de él lo antes posible”. Isabel Hernández compartió esta visión: “Si crees que la idea que tienes cumple con los requisitos mínimos, pruébala y así verás si eso tan elaborado en la cabeza es realmente lo que demanda el mercado. De esta forma podrás rotar el producto y cambiarlo conforme a las apreciaciones de la gente que hace uso de él”.
Mercedes Barrachina agregó que hay estudios que certifican que las mujeres emprenden más en solitario, a lo que Molina respondió que así fue su caso, aunque por poco tiempo: “Yo venía de un entorno en el que me sentía muy respaldada y me vi sola, que me faltaban manos, parecía que no sabía ni decidir”. Poco después, encontró otras socias. El caso de Hernández fue algo diferente, pues su emprendimiento ya empezó con diversos socios, tanto Telefónica como otros diferentes.
Financiar el proyecto
En cuanto a la financiación de la idea, fue Isabel Hernández quien apuntó que lo ideal sería, tras las pruebas de mercado mínimas, encontrar inversores que financien el negocio desde sus primeras fases. “Es buscarse un poco la vida”, dijo. Además, señaló que según el estadio en el que se encuentre el desarrollo del producto así será la categoría de los inversores. Las incubadoras, por ejemplo, entran de lleno en ese ‘buscarse la vida’ que comentó Hernández: “Son una buena manera de encontrar apoyo en la elaboración del plan de empresa, modelo de negocio, inversión de mercado y acceso a condiciones especiales, por ejemplo”. Molina, en este sentido, incidió en la red que se genera en estas incubadoras de start-up.
A raíz de ello, durante la jornada se abordó la importancia de tener una red de contactos y sostén en el camino del emprendimiento. “Yo rompo una lanza a favor de la sororidad que he sentido durante todo este proceso por el apoyo desinteresado que he recibido de otras compañeras”, dijo Molina. Por su parte, Hernández recalcó los beneficios de formar parte de algún grupo de mentorización, tanto como mentora como mentorizada: “Al final se solapan los dos papeles y se producen unas sinergias muy enriquecedoras”.
Los retos
Y llegó el momento de los retos, esas dificultades que aparecen, sobre todo, al principio del proceso. Molina tuvo que quitarse de encima el “síndrome de la impostora”. Así lo relató: “Para superarlo pensé en cómo me iba a sentir dentro de 40 años si ahora no emprendía, y me daba mucha ansiedad el no hacerlo”. Por otra parte, encontrar un equipo adecuado fue el reto que finalmente superó Hernández: “Me llevó más tiempo del necesario y al final las start-up tienen un presupuesto limitado, por lo que encontrar personas con determinada experiencia en algunas cosas es complicado”.
Invertir para ganar
La CEO de shaadow.io, además, trató la parte inversora: “Yo traté de abrir círculos, así que me introduje en el mundo del emprendimiento a través de la inversión. Ahí conozco a colegas con las mismas inquietudes que yo, llegamos a un entendimiento en nuestras tesis y formamos un grupo de inversión para empezar a financiar start-up”.
Así pues, en su equipo tienen en cuenta elementos como que la empresa posea una base tecnológica, que el modelo de negocio sea disruptivo y que el equipo fundador tenga determinadas condiciones, así como la rentabilidad de la inversión y cuándo se podrán desprender de ella. “Yo diría que la escalabilidad del proyecto, el equipo y saber si es el momento preciso para lanzarlo son los aspectos fundamentales”, dijo Isabel Hernández, quien también apuntó que “ahora mismo hay dinero para invertir y hay empresas que se dedican a buscar buenas ideas, pero cuando llegan esos modelos disruptivos es difícil acceder porque la inversión se cubre muy rápido”.
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